lunes, 30 de mayo de 2011

ORI

Orí es un Orisha. Rector de lo divino en la exclusiva particularidad de un ser. Rige el destino del individuo, el cual, como ser espiritual, eligió frente a Olodumare, antes de encarnar el cuerpo material. Es un Orisha que posee cada individuo desde el momento de su nacimiento.

Orí
es una entidad de indiscutible importancia, es el Orisha personal de cada individuo. El Orí de una persona debe ser atendido regularmente mediante inmolaciones y lo que Orí decide, ningún otro Orisha lo puede modificar ni alterar. Hay quienes tienen un Orí tan fuerte que por más brujería que se le haga esto no lo afecta, ya que teniendo un Orí fuerte o teniéndolo bien atendido, es la única forma de combatir a los Eniyan o brujos del astral, cuya interferencia solo se combate con Orí, haciendo vano el esfuerzo de otros Orishas. Se dice que no se puede hacer nada por el poseedor de una mala cabeza, solo podrán realizar su destino mediante su fuerza de voluntad y su conducta Iwa. La adoración de Orí incluye la de Eledá.

Según los investigadores de la religión Yorùbá, señalan que Orí es la deidad universal de la casa, adorada por ambos sexos como el "dueño del destino". El ser humano está formado por dos energías fundamentales dentro del Arà (cuerpo), el Orí (alma) y el Emí (espíritu). Algunos refieren que la representación de Orí son 47 caracoles atados juntos en forma de corona (adé), otros afirman que son 41 los caracoles. Este Orisha se guarda celosamente en un cofre que recibe el nombre de Ilé Orí, su tamaño es tan grande como sea capaz de hacerlo su propietario, algunos llegan a tener seis cabezas unos 12.000 caracoles. El recipiente que contiene a Orí, se cubre con un manto o capa de tela blanca y adornada con ribetes o cintas de color del Orisha tutelar de la persona, a este se le cosen caracoles en la parte superior de 9, 16 en la parte central y 16 en la parte inferior. Los 9 representan las 9 casa de Orún, por donde transita el Emí, cuando abandona el Arà del propietario.

Los 16 de la parte superior son de propiedad de Orí y los 16 de la parte inferior son de Oduduwa - Orishanlá. El contenido de la Igba Oddun Orí, representa la creación del ser humano, el dueño de ella es Obbatalá que emplea a Ajalá (el que moldea las cabezas), para la construcción de la misma, demostrando a Olodumare lo conocimientos que tenía para esa encomienda. Orí es un Orisha propiedad de los Babalawós, porque nace al lado de Igba Odun (Olofin). A Orí se le inmolan carnero, chiva blanca, dos gallinas blancas, 16 codornices y gallina de guinea blanca.

Patakí:

Orí tenía un negocio de vender obí en la plaza, pero como estaba sola, no se podía valer bien. Un día pasó Shangó por allí a comprar unos cocos, Orí le contó su situación y le pidió que la ayudara, pero Shangó le dio evasivas y se fue.

Días después, pasó Orunla por allí y Orí le pidió ayuda. El adivino le dijo que tenía que hacer una ceremonia de rogación con dieciséis viandas, dieciséis cocos y dieciséis pesos durante dieciséis días. Orí así lo hizo y mientras pasaban los dieciséis días le fueron saliendo el tronco y las extremidades, de manera tal que, al transcurrir el plazo señalado por Orunla, ya el cuerpo estaba completo. Por eso Orí dispuso que Orunla fuera su padre.

El gobierno de Orí.
Hubo un tiempo en que la cabeza, el tronco y las extremidades, andaban cada cual por su lado.

–Esto no puede seguir así –se dijo Orí–, debo ir a casa de Orunla para que él me resuelva.

Orunla le pidió a Orí que sacrificara un carnero y pusiera los restos en la plaza.

Cuando Orí puso el paquete con el carnero en la plaza, vino el tronco y le dijo:

–Orí, te estaba buscando porque quiero que vivamos juntos.

Después que se unieron, aparecieron los Apa y les dijeron que ellos, desde hacía tiempo, querían unirse también a la cabeza y el tronco. Luego aparecieron las Elese melli y manifestaron:

–¡Qué casualidad que los encontramos aquí! Nosotras dos hemos pensado que mejor nos unimos, porque estamos cansadas y aburridas de estar solas.

Desde entonces, cabeza, tronco y extremidades, andan juntas, gracias a que la cabeza supo qué hacer.

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